domingo, 8 de noviembre de 2009

Todo depende de la cultura

La cultura es un conjunto de formas, patrones o modelos, explícitos o implícitos, a través de los cuales la sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman. Incluye costumbres, habilidades, códigos, normas y reglas de la manera de ser, religión, vestimenta y sistemas de creencias.


De acuerdo con David Landes, la cultura y el desempeño económico están vinculados, ya que los cambios en una influyen sobre la otra. La historia nos enseña la respuesta cultural a lo que es el crecimiento económico y el aumento de las oportunidades; así también, demuestra que lo inverso a esto es posible y que la cultura puede influenciar negativamente el progreso de las personas y por ende, el de una nación.

La Teoría de la Dependencia: es una respuesta teórica a la situación de estancamiento socio-económico latinoamericano en el siglo XX; fue elaborada entre los años 50 y 70 por científicos sociales, especialmente argentinos, chilenos y brasileños. La crisis capitalista de los años 30, fue determinante para esta tesis en la cual el Estado debía tomar un papel principal, regulando al Mercado y haciendo uso de financiamiento extranjero. Esta teoría sostiene que la economía mundial posee un diseño desigual que perjudica a los países no-desarrollados, a los que se les ha asignado la producción de materias primas con bajo valor agregado, mientras que las decisiones fundamentales se adoptan en los países desarrollados, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor agregado. Esta teoría implica un estado de inferioridad, en éste uno no controla su suerte; la suerte es una situación impuesta. De esta manera explica cómo los países industrializados logran explotar su superioridad y transfieren producto de las economías dependientes. La Teoría de la Dependencia promueve la impotencia económica. Durante muchos años, Fernando Henrique Cardoso fue defensor de la Escuela Dependentista de Latinoamérica. En 1993 se convirtió en Ministro de Finanzas de Brasil y encontró un país donde la inflación llegaba al 7,000% anual, situación que arruinó su crédito internacional y, los necesitaba de manera urgente. También necesitaba comerciar y trabajar con otros países, especialmente los desarrollados, situación que hizo que Cardoso cambiara de posición, hasta el punto que fue llamado pragmático, a lo que respondió: “Brasil no tiene opciones, si no se prepara para formar parte de la economía global, no tiene forma de competir… no es ninguna imposición del exterior, es una necesidad nuestra…” Dos años después fue electo presidente, en gran parte porque dio a Brasil su primera moneda fuerte en muchos años.

La Restauración Meiji en Japón es el contrapeso de la Teoría de la Dependencia: Japón tuvo una revolución en 1867-1868, cuando el shogunato feudal fue derrocado y el control del estado regresó al emperador en Kioto. En esta época los japoneses emprendieron la modernización con un alto sentido organizativo, ya que tenían una tradición de gobierno efectivo, altos niveles de instrucción, estructura familiar, ética laboral, autodisciplina, alto sentido de superioridad e identidad nacional. Tenían la capacidad de reconocer la superioridad de otros y aprendieron de éstos. En 1871 una delegación japonesa de alto nivel, viajó a USA y a Europa, con la finalidad de visitar fábricas, astilleros, fundiciones, armerías, canales, ferrocarriles entre otros. Regresaron a Japón dos años después. La delegación estaba súper impresionada con los alemanes que había conocido: ahorradores, modestos, trabajadores, los que les hizo dar una orientación alemana a la burocracia japonesa. Decidieron invertir en las tareas gubernamentales ordinarias: servicio postal, un nuevo horario, educación pública para niños y niñas, servicio militar obligatorio. Las escuelas también inculcaban disciplina, obediencia, puntualidad y un respeto religioso por el emperador. Todo esto lo consideraron esencial para el desarrollo de una identidad nacional.

Mientras esto pasaba, el Estado y la sociedad invertían recursos en fabricar cosas a máquina, cómo hacer más sin máquinas, cómo ver las mercancías, como comercializar con extranjeros. Vale mencionar que Japón construyó sobre la base de industrias que conocía: la manufactura de seda y algodón, así como el procesamiento de productos alimenticios que no eran imitados en el extranjero: miso, sake, salsa de soya. En síntesis, se centraron en la ventaja comparativa. El largo camino al desarrollo y a la paridad de países como Alemania que Japón buscaba, no necesitaba tanto dinero, como gente. Necesitaba gente con iniciativa, que comprendiera la economía de escala, gente que no sólo conociera de máquinas y producción, sino también de organización, gente que estuviera dispuesta a trabajar con disciplina, con una visión de futuro. Después de producir bienes de consumo, construyeron barcos, ferrocarriles, astilleros, entre otros y lo lograron con éxito. Para todo este proceso, el talento y la determinación de los japoneses fue vital. Fue el primer país no occidental en industrializarse. La explicación del éxito de Japón se basa en el sentimiento de responsabilidad de grupo, un mal trabajar se perjudica a él mismo, a su familia y a la nación. El éxito estuvo determinado desde un principio, al inculcar en sus súbditos un sentido de deber en relación con el emperador y con el país y vincular ese patriotismo con el trabajo. Las escuelas dedican gran parte de su tiempo al estudio de la ética, un texto de 1930 utilizado en Japón, mencionaba:

La forma más fácil de practicar el patriotismo es disciplinarse en la vida diaria, ayudar a mantener el orden y la limpieza en casa, y cumplir plenamente con nuestras responsabilidades en el centro de trabajo… también se debe ahorrar y no desperdiciar…”

Sobre Weber: Max Weber publicó en 1904-1905 “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”. Su teoría se basó en que las ramas calvinistas del protestantismo, promovieron el ascenso del capitalismo, ya que una persona no gana la salvación ni por la fe ni por las buenas acciones. Esto es decidido por cada persona desde el inicio de los tiempos y nada altera ese destino. Actualmente la mayoría de historiadores consideran inaceptable esta tesis.

La historia ha demostrado que las curas más exitosas para la pobreza vienen de la parte interior de las personas. Lo que cuenta es el trabajo, la honestidad, el ahorro, la paciencia, la tenacidad. Está comprobado que nada proporciona tanta fuerza como la que generamos nosotros mismos.

La Unesco, declaró en 1982:

...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.

(UNESCO, 1982: Declaración de México)

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